Consulté el reloj, intentando distraerme con cualquier nimiedad: Las dos de la madrugada en el puerto de Manhattan. No pude más que suspirar. A aquellas horas, yo debería llevar ya un buen rato en mi séptimo sueño o, como mucho, llegando a casa felizmente borracha, no teniendo que aguantar a la mitad de la plantilla dando vueltas de un lado para otro, tan entretenidos como yo. El pequeño Gran Jack me pegó un codazo y me indicó que pegara la oreja.
- ¿Cuál crees que caerá primero? – me preguntó al oído entre risas.
Eché un rápido vistazo a la tropa: Vladimir y su inseparable Ariel cuchicheando entre sí, mi asquerosa nueva compañera mirando al cielo y Goemon con la punta de los zapatos pegados al borde mirando al horizonte con sus gafas de sol puestas.
- Votaría por la rubia a la que le va a caer un mosquito en el ojo. Pero, sinceramente, dudo mucho que el señor director nos haya reunido para hacer una prueba de resistencia al aburrimiento.